Editorial:
A lo largo de los tiempos, siempre se intentó definir al amor.
Desde los más sabios, los eruditos, hasta el vulgo, todos dieron sus definiciones, que fueron modificándose con el paso de los años.
Distintos significados tratan de darle contenido, según el tiempo y espacio. Significantes que escapan a toda lógica y cálculos.
Hay mitos, leyendas, testimonios, relatos… que nos hablan de los dioses del amor.
En la mitología griega Eros, dios griego del amor, es considerado como una divinidad creadora. Se lo identifica con el Cupido latino: figura del niño alado con los ojos vendados y armado de arco y flecha, que simboliza los amores y los placeres; hijo de Venus. Estos ojos vendados hacen que no sepa donde apunta. Manda su amor sin ver el blanco. Todas estas características nos dicen que el amor es ciego y no sabe a donde va dirigido; signo de inmadurez.
Esta es una divinidad representada con gran frecuencia por el arte antiguo.
Esta mitología tiene su símbolo femenino representando a este sentimiento en Afrodita. Diosa griega del amor y de la belleza, de la procreación y de la vida, llamada así por haber nacido de la espuma del mar. Los romanos la llamaron Venus.
También hubo muchas justificaciones en nombre del amor, para el sometimiento y el maltrato, abuso que a lo largo de la historia ha ido metamorfoseándose para avalarlas.
Se han perdido imperios, en nombre del amor y construido monumentos. Por ejemplo el Taj Mahal, mausoleo hindú mandado a construir por el Sha lejano para tumba de su esposa en 1631. Es una de las obras maestras de la arquitectura musulmana en la India.
Diré que el amor es un sentimiento que cada uno vivirá, sentirá a su manera, de acuerdo con sus creencias, cultura, religión… y el momento histórico.
También puedo hablarles de distintos tipos de amor: el amor cortés, comedido, afable, atento; y el amor romántico, vestido de ese rasgo caballeresco, que la literatura y otras artes –cuadros, libros, esculturas, música-, se han encargado de inmortalizar con apasionamiento y belleza. Todos intentos para dar a conocer este sentimiento tan sublime, que en definitiva escapa a toda definición porque en él se juego lo más profundo del ser.
Sabemos que refleja un signo positivo que denota amor, unión, reunión, felicidad; un valor a cultivar, una terapia que cura, sana y muchas veces salva. Recordemos que (Sigmund) Freud también habla de un amor de transferencia, indispensable en la cura psicoanalítica. Según este autor, el amor es el paradigma de la psicosis; alineación donde el sujeto pierde los limites de su yo. Solo vive y existe por el otro, borrando su deseo propio y a veces, hasta su existencia.
Si se sale indemne de esta etapa, se pasara a una más sólida, real, duradera, que teñirá con otros colores la relación con el otro. Será lo verdadero, lo duradero y estable y por lo tanto, lo mas parecido a la normalidad: recuperar el propio ser.
Las concepciones más actuales sobre este tema nos dicen que el amor es alojar lo extraño, lo ajeno, lo distinto del otro. Por esto teorizan que alrededor de los dos años de una relación, la mayoría de las parejas se rompen o quiebran. Es cuando se deja de idealizar al otro, se rompe el idilio y la realidad no concuerda con las fantasías. Por lo tanto, se sale de este estado de enamoramiento.
El amor está lleno de metáforas. Algunos lo buscan, lo hallan y a otros, les pasa desapercibido.
Toda actitud en la vida tiene un costo. ¿Por qué no habría de tenerlo el amor? Jorge Luis Borges no habló de la importancia del amor, aun en situaciones de no ser correspondido.
Por eso, este sentimiento al cual cada uno nominará y le pondrá significado, será verdadero cuando no perezca con el correr del tiempo que desgasta los rostros.
El amor que perdura sufre modificaciones, pero aflora en la mirada de los amantes como algo indescriptible, que hace que se pierdan el uno en el otro. Dando testimonio el mismo amor cuando se nombra, que produce llanto, pasión y decepción cada vez que uno de los integrantes de la pareja se aleja, y revive cuando vuelve.
El amor no muta, solo se camufla en las distintas estaciones, por eso sobrevive al correr de los años.
Amor que espera y a veces desespera, que enriquece y muchas veces decepciona.
Gabriela Edith Renzi