Editorial:
Elizabeth De Antoni, Mar del Plata.
En la isla Santa Cruz, del archipiélago de las Galápagos, vivía un flamenco que sentía una profunda soledad y tristeza. Porque ese ejemplar era de color azul.
Sus compañeros rosados, anaranjados, rojizos, no se le acercaban, por su color diferente. Y él pensaba cómo iba a hacer a la hora de formar una familia.
El búho sabio que los cuidaba en la guardería, le aconsejó que, cuando sus alas estuvieran fuertes, volara hasta la isla Pinzón.
Pasó un tiempo y el flamenco realizó su vuelo. Y ¡qué grande fue su sorpresa!, en la Isla Pinzón se encontró con un grupo de hermosos flamencos azules que se alimentaban en una laguna. Enseguida le dieron la bienvenida y le ofrecieron su amistad.
Comenzó así una nueva etapa de felicidad, realizando migraciones junto a su familia a la isla Santa Cruz. A partir de ese día, en la guardería, el búho daba clases sobre el tema: “Discriminación”, enseñándoles a los jóvenes flamencos que “todo ser diferente, tiene lugar y oportunidad en el mundo, para dejar su huella”.